Desde hace tiempo venimos manifestando que debe existir en Argentina un sistema de precios para la educación superior, como una forma de internalizar los costos y las externalidades de la mencionada educación. Siempre el discurso reduccionista se baso en arancel si o arancel no, pero nunca se discutió el para que, el como y el por que.
Proponer el sistema de arancel como única forma de financiamiento es ignorar la experiencia internacional y nacional, sobre la ineficacia o la imposibilidad de este mecanismo (volveremos en otro post sobre este punto destacando las ventajas y desventajas del sistema y sobre todo destacando los presupuesto de las mayorías de las grandes universidades y sus fuentes de financiamiento).
Además un arancel debe estudiarse con la correspondiente estructura tributaria de una nación, así como con el sistema global educativo y el nivel de distribución del ingreso en general de la población.
Pero desde el lado de los que proponen la gratuidad (falsa como veremos en otro post porque siempre alguien paga), parecen ignorar que la composición de los estudiantes de las universidades públicas no se caracteriza por provenir de las clases menos aventajadas de la sociedad. Siempre se cita como ejemplo como puede ser que si estudiantes que pagaron entre U$S 100 a U$S 250 ( en Tucumán) por la educación media, al ingresar a la Universidad Pública su costo es 0.
De vuelta no es un problema de financiamiento exclusivo, es la necesidad imperiosa de "formar" y "educar" a nuestros estudiantes en la cultura del esfuerzo.
Un alternativa explorada en la UBA fue crear un fondo de becas para los estudiantes de menos recursos , con fondos que aportan sus egresados en forma voluntaria.
Pero lo que acabo de leer de la experiencia de la Universidad de la República de Uruguay, me pareció excelente, se crea el mismo fondo con la misma finalidad pero con el aporte "obligatorio" de los egresados de cinco años de ejercicio de profesión.
Ver nota acá.
Las ventajas de este sistema en eel actual contexto Argentino las desarrollaremos en otro post, cuando lo comparemos con el sistema de crédito universitario de Chile en abstracto mucho más eficaz.
Solo pensemos por un momento este tema, aunque parezca tabú para el reformismo o un pensamiento progresista.
Pero generaría un mayor vinculación y control de los egresados, los alumnos sabrían que lo que "usufructúan" deberá ser pagado el día de mañana, no para desatender una obligación del estado, sino para contribuir a que otro "estudiante potencial" pero sin recursos a veces para "comer" (y no miremos para el costado porque en la Argentina hay mucha gente que aún no tiene las necesidades básicas satisfecha) pueda ingresar a la Universidad.
Esto si sería reformista.
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