martes, 29 de junio de 2010

Entrevista al Rector de la Universidad Pompeu Fabra por el diario El MUNDO

Hemos querido resolver todo con BOLONIA

En 1990, el sistema universitario catalán completó su oferta con la Universidad Pompeu Fabra. Frente a los grandes campus de esa comunidad, nació con la vocación de ser una institución pequeña, especializada y muy competitiva. Han pasado dos décadas, en las que ese proyecto no ha hecho más que recoger éxitos, y su actual rector, Josep Joan Moreso, ha aprovechado la efeméride para repensar la fórmula y mirar nuevamente al futuro con la máxima ambición.
Pregunta.- En tan sólo 20 años, la Pompeu Fabra se ha convertido en una de las universidades jóvenes más pujantes. Pero, ¿qué le gustaría ser de mayor?
Respuesta.- Hemos aprovechado este aniversario como punto de inflexión y de reflexión de toda la comunidad universitaria para desarrollar una estrategia que denominamos UPF 25 años con la que queremos asentar a la universidad lo que se ha consolidado en estos 20 años y mirar el futuro con objetivos ambiciosos. Hemos conseguido ser una de las mejores universidades del sur de Europa y ahora tenemos que fijarnos el objetivo de ser una de las mejores de Europa.
P.- ¿Cómo lo conseguirán?
R.- Por ejemplo, actualmente ofrecemos una prestigiosa formación de grado en tres campos: Biomedicina, Comunicación y Ciencias Sociales y Humanas. Tenemos 9.000 estudiantes y no queremos crecer por encima de 10.000. En cambio, queremos reforzar nuestra capacidad de captación de alumnos de posgrado internacionales. Ahora tenemos unos 3.000, entorno al 35%, y querríamos llegar a 5.000. También nos hemos fijado el objetivo de captar a cada vez más profesores jóvenes de todo el mundo (ya el 13% de nuestros docentes) y de incrementar el número de nuestros estudiantes que realizan una estancia en el extranjero. Ahora lo hace el 30% y querríamos que fuera el 50% en 2015. Finalmente, somos la Universidad con mayor índice de citas de nuestras publicaciones científicas y nos gustaría continuar en esa línea.
P.- ¿Cómo se construye una universidad tan diferenciada y próspera pese a las trabas y rigideces del marco normativo español?
R.- La Carlos III y nosotros, al ser jóvenes, no tuvimos que vencer las inercias del pasado. Hay muchas trabas, y para superarlas hay que ponerle imaginación y esfuerzo. Por ejemplo, nos cuesta retener a los investigadores de nuestros departamentos más dinámicos, porque a veces reciben ofertas de otras instituciones que triplican nuestra retribución. Por ejemplo, Gran Bretaña y, en los últimos cinco años, Suiza están ofreciendo unos sueldos muy elevados en algunas especialidades. Nosotros hemos introducido muchos mecanismos de flexibilidad, como dobles afiliaciones entre un centro de investigación y la universidad, el programa Icrea. Ha sido más bien artesanía que ingeniería.
P.- La CRUE y el Ministerio de Educación han trabajado sobre un nuevo modelo de gobierno de las universidades más cercano al de las empresas y que no deje a los rectores a merced de las presiones de sus votantes. ¿Qué opina?
R.- Para iniciar la reflexión, el documento está bien. Tenemos un problema muy grande y es que no queda claro ante quién deben rendir cuentas los rectores: ¿ante el claustro, ante el parlamento autonómico, ante el consejo social.? Existe la posibilidad de crear un consejo de gobierno formado por prestigiosos miembros de la Universidad y externos a la institución para que sea ante ese órgano ante el que rinda cuentas el rector, pero habría que conservar el valor de la colegialidad, como han hecho Oxford y Cambridge. Sin embargo, no es bueno que funcione exactamente como una empresa. En la Universidad no se puede diseñar toda la estrategia desde la cúpula porque, finalmente, son los docentes y los investigadores quienes deciden cómo se imparte la docencia y en qué hay que investigar.
P.- ¿Usted se siente maniatado para desarrollar su gestión?
R.- Es cierto que todo se desarrolla más lento y con menos flexibilidad de lo deseable. No podemos contratar al personal como queramos, entre otras cosas porque tenemos que consensuarlo con 30 instancias. Tampoco diría que esto nos impide diseñar estrategias razonables, algo que sí ocurre con la falta de recursos económicos.
P.- La UPF fue señalada como la gran derrotada de la primera elección de campus de excelencia internacional. ¿Se sienten como tal?
R.- Nosotros lo vimos como una derrota, desde luego, porque pensábamos que reuníamos las condiciones, según todos los indicadores internacionales, para estar entre los que fueron distinguidos, y supuso una sorpresa. No sabemos por qué no fuimos elegidos, ya que nunca recibimos una resolución motivada.
P.- ¿Cree que el programa debería dotarse de mayor transparencia?
R.- Sí, sería bueno que de antemano y más claramente supiéramos en función de qué criterios se van a tomar las decisiones. Mayor transparencia y mayor predecibildiad.
P.- ¿En qué trabaja actualmente como presidente de la sectorial de docencia de la CRUE?
R.- El Ministerio nos pone muchos deberes: un proyecto de decreto de reforma del doctorado, el estatuto del personal docente e investigador. Por lo demás, deberíamos entrar en la etapa de la normalidad en cuanto a la integración en el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES).
P.- ¿No se ha hecho demasiado énfasis en que Bolonia resolviera todos los males de la Universidad?
R.- Desde luego. Cada país ha realizado el tránsito al EEES como ha creído conveniente, dependiendo de su tradición. La normalidad significa encontrar nuestro hueco y hacer más posible que nuestros estudiantes y profesores se muevan por Europa, que es de lo que se trataba. Hemos querido resolver todo con Bolonia, unos viendo la salvación y otros la demonización.

Entrevista por Jaunjo Becerra

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